Entre los variados miedos de esta época se cuentan: que los rusos o los gringos o los norcoreanos o un largo etcétera se vuelvan locos y suelten las primeras nukes desde Hiroshima. Que los virus o los hongos acaben con la civilización como la conocemos (aunque con esta declaración de la OMS, las pandemias ya suenen muuuuy 2020). Que la violencia se salga de control y entremos en una especie de distopía a la Judge Dredd. Que las AI se apoderen de nuestros trabajos y, a la larga, los robots nos reemplacen —esto último se amplifica cuando lees que “el padrino” de la AI dejó su empleo en Google porque quiere hablar activamente de los peligros de esta nueva tecnología…
Pero hay otro miedo del que pocos hablan: el miedo a la soledad. Me parece que no hay mucha conciencia al respecto, sobre todo por ideas pendejas de superación personal y vibras energéticas que suelen popularizarse entre la gente y que no tienen sentido. La realidad es que cada vez estamos más solos. Y eso es un problema serio.
El positivismo (en parte) tiene la culpa de que estemos tan solos.
Hoy el positivismo ha construido una realidad alterna en la que muchas personas se refugian, vaya, para sentirse mejor. Algunos lo buscan en los paraísos artificiales que trae el gimnasio o la “rodada dominical” en bici; otros en “vibrar alto” con seminarios por Zoom o “afirmaciones diarias” en Facebook para alejar las calamidades de su vida o alcanzar el éxito, lo que sea que eso signifique. Los más complicados se dan encerronas en cursos sectarios con gurús barbones de carácter secular que, con técnicas de shock o discursos de merolico con conceptos sobados de superación personal le dicen a sus presas que el problema es uno, que los humanos somos capaces de todo, que la mente puede lograr lo que se proponga. También encuentro morbosamente fascinante el mundo de las sectas multinivel: esquemas Ponzi de estafas piramidales que combinan superación personal + técnicas de sectarización + productos milagro. Ugh.
A ver, a ver: no digo que la autoayuda no deba existir. O el autoempleo. El problema, quizá, es el ángulo. Proponerte ser más responsable o dedicado o levantar un negocio de ceros o bajar la panza está perfecto, pero construir una realidad alterna para evadir tus problemas, nunca puede estar chingón.
Por eso cuando la gente habla de la soledad con el filtro del positivismo, arqueo las cejas y mi bullshitómetro comienza a vibrar alto, ja. Se habla de los beneficios de estar solo, de las ventajas de vivir en soledad para alcanzar un estado de sabiduría que en sociedad no podríamos siquiera vislumbrar. De hecho, la sociedad suele ser el villano en estas torcidas formas de pensamiento. La sociedad “dicta”, la sociedad “impone”. Estos gurús de la superación personal encuentran en la sociedad su mejor pretexto para predicar sobre el individualismo, sobre cómo ser único y diferente y seguir ese instinto es la única llave para vivir una vida plena. Pseudogurús como Ricardo Ponce, el mente-de-tiburón envuelto en escándalos de abuso sexual, quienes han llegado a cobrar hasta 50,000 pesos para decirle a sus fans que el problema es que no liberan su potencial y mamadas por el estilo. Y estos fans lo siguen haciendo millonario, no importa cuántas denuncias tenga el señor. La mente puede lograr lo que se proponga, ¿verdad?
Hace 27 años, Tyler Durden ya nos advirtía de este peligroso mantra manipulador: No eres un bello y único copo de nieve. Hoy, el personaje de Durden de Chuck Palahniuk ha sufrido una bastardización por parte de hordas de loquitos en internet que lo veneran por culpa de la película y por sus oponentes, de la bandita progre, que se burlan de ellos porque, dicen, es un representante de la “masculinidad tóxica” (¿eh?). Todos los que dicen esto claramente no han leído Fight Club.
Y para mí sigue siendo cierto. No somos unos bellos y únicos copos de nieve. Estar solos o pensar y actuar como si estuviéramos solos, como si nuestras acciones no impactaran a otros, no nos va a hacer mejores personas. Mucho menos unos iluminados. Todo lo contrario.
La soledad es una crisis de salud mundial.
La ciencia lo dice1: cada año pasamos más tiempo solos y cada año pasamos menos tiempo en persona con nuestros amigos y familia, y en pareja. Especialmente entre adolescentes, la pandemia y los teléfonos han disminuido drásticamente las interacciones sociales en los últimos 20 años (hasta en un 70% de 2003 a la fecha en Estados Unidos).
Las tendencias son claras: más tiempo en soledad, menos tiempo en familia, menos tiempo en pareja, mucho menos tiempo con amigos. El matrimonio como una idea, o como una institución, va en franco declive: los mexicanos se casan 20% menos hoy que hace 10 años. Y por supuesto yo no soy de la idea de a huevo casarse con un pendejo (o una pendeja) porque hay que hacerlo, pero este individualismo cada vez más arraigado tiene un efecto claro: la gente está más sola, y la gente sola es más infeliz. Y menos sana.
Ciencia, bitches.
Vean este gráfico del reporte titulado Our Epidemic of Loneliness and Isolation:
La falta de conexiones sociales es PEOR para la salud que fumar 15 cigarros diariamente. Hay múltiples evidencias científicas de que la soledad fomenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes y enfermedades infecciosas, además de acelerar el riesgo de demencia, incrementa la depresión, la ansiedad y la posibilidad de suicidio y daño autoinflingido.
Déjenme preguntarlo así: ¿Por qué vergas estamos solos, entonces?
Claro, el individualismo. Si usted, que lee esto, es de los que piensan “si lo pago, tengo derecho”, está siendo individualista. Lo cual es poco nocivo cuando se trata, no sé, del boleto de un concierto o del servicio de internet. Cuando es conducir tu motocicleta a 200 km/h en una vía pública o hablar a los gritos en un Starbucks porque compraste un chingado café americano, solo estás siendo un pendejo individualista. Otros casos de individualismo culero: es mi casa, voy a correr a mi hijo y a la mamá de mi hijo. Es mi nuevo iPhone 14, voy a usarlo durante la película y me vale verrrrrga. Yo pagué la cuenta, tengo derecho a agarrarte las nalgas.
Pero no solo el individualismo puede ser un pretexto para pasar por encima de otras personas, sino que está la idea pendeja del individualismo como motivación para una especie de iluminación personal. Lo cual, supongo, le funcionó al Buda y a ciertos druidas y monjes, pero no al resto de nosotros. Dicho sea de paso, “necesito pasar un tiempo solo” es el peor pretexto para terminar una relación, quizá podríamos cambiarlo por “tengo ganas de coger con otras personas”. Y de paso ser sinceros.
![DIY Tyler Durden Outfit Ideas [2023] For Cosplay & Halloween DIY Tyler Durden Outfit Ideas [2023] For Cosplay & Halloween](https://substackcdn.com/image/fetch/$s_!cvyh!,w_1456,c_limit,f_auto,q_auto:good,fl_progressive:steep/https%3A%2F%2Fsubstack-post-media.s3.amazonaws.com%2Fpublic%2Fimages%2Fcb48357e-f822-4773-a4a3-8fd8dc0a354a_1015x1009.jpeg)
Necesitamos terminar con esta idea idiota de que la soledad trae cosas buenas, de que trae introspección o crecimiento. También mesurar nuestras expectativas sobre nuestro potencial individual porque, la verdad, el verdadero potencial está en lo que podemos lograr como comunidad, como sociedad y como especie, cooperando en vez de andar por la libre haciéndonos pasar por los chingones incomprendidos. Podemos empezar por dejar de cancelar esa comida con un viejo amigo. O por visitar más a nuestros familiares de la tercera edad (la soledad agudizó la enfermedad mental de mi mamá, se los digo por experiencia propia). Por hacer menos videollamadas y más reuniones presenciales. Yo sé que es una chinga, que hay tráfico y da hueva bañarse y salir a la calle, yo sé que hay reuniones que podrían ser un correo electrónico, pero también hay mensajes de WhatsApp que podrían ser besos y abrazos y charlas reales, en persona.
La soledad es la enemiga. No le hagas caso a ese Pepe Grillo odioso que tienes en la cabeza, el que te dice “jaja, me la paso mejor jugando videojuegos que viendo a mis amigos en persona”. Es una trampa mental. Y te estás haciendo daño, daño físico, real. No le hagas caso a tu timidez, a tu inseguridad, a tus ganas de preferir quedarte en casa a ver TikTok a salir a una reunión, a los discursos manipuladores como “es que soy neurodivergente y por eso nadie me entiende”. Tu cerebro lo necesita, tu cerebro necesita más conexión, menos soledad. Tu alma lo necesita.
La soledad es la enemiga. Ya te lo dije.
Conexión y biología
¡Es real! Tu cerebro lo necesita. En este podcast de Vox, la psiquiatra Julie Holland explica con mucha claridad por qué nuestro hardware cerebral necesita conexiones emocionales, físicas y espirituales para producir hormonas esenciales para el bienestar. ¡Para ser felices, pues!
Una lectura para ustedes
Este texto es viejo, pero relevante: ¿es la propina una forma que marginaliza a los meseros mientras los dueños de los restaurantes y bares no se hacen responsables de sus empleados, o una aportación “voluntaria” de comensales noble y digna?
Una foto en mi carrete
Las salsas inyectan nuestras vidas con felicidad.
¡Nos leemos pronto!
Si les interesa, lean el reporte Our Epidemic of Loneliness and Isolation. Es gratis. De nada.
Gran lectura mi Ruys. Me siento aludido en cierto modo pues hace 6 meses cambié de trabajo y pasé de estar en mi casa 24/7 a tener que ir de 2 a 3 veces por semana en un ambiente que exige mucha interacción con los compañeros, y me ha costado trabajo cambiar la mentalidad individualista, justo soy de esas personas que posponen las visitas con los amigos y es algo que estoy trabajando en mejorar. Supongo que es un proceso largo y que me va a seguir costando. Saludos!
Totalmente de acuerdo. Hace unos días mencioné algo similar en IG: Así como haces ejercicio, comes sano y descansas lo suficiente para tener las defensas necesarias para hacer frente a la enfermedad, lo mismo debes hacer con tu salud social.
¿Y qué es la salud social? La capacidad de crear vínculos con personas de valor.