Todo cabe en un cuaderno
Razones para dejar el teléfono y agarrar papel y pluma
Todo cabe en un cuaderno. Puedes anotar tu toma de glucosa de la mañana. Check. Aún no eres diabético. La pastillita que llevas seis meses poniendo en tu boca. Check. Ya no estás deprimido, pero uno nunca sabe. Además, el doctor te dijo que te sigas tomando la fluoxetina…
En un cuaderno puedes trazar pequeñas cajitas, formas cuadradas donde se ponen palomitas, palomitas de check. Enlistar los pendientes en papel ayuda a liberar tantito la mente, a depositar ahí lo que estresa, lo que es urgente, lo que no es tan importante y, por qué no, lo que seguramente nunca harás. Los cuadernos son mudos y fieles acompañantes de nuestras travesías de procrastinación. Ahí están siempre. No te juzgarán si no sacas la basura o no mandas ese correo. Ellos solo esperan. Porque el que tiene que poner la palomita de check es uno, no el cuaderno.
Check la renta. Check el gas. Check la entrega del pedido de hoy.
[ ] Llamarle a mi mamá
No check. Porque a veces es más sencillo realizar las tareas más difíciles que coger el móvil y hacer una simple llamada telefónica.
Todo cabe en un cuaderno. Con un poco de memoria, de valor, de coraje, los fantasmas de las navidades pasadas cobran vida entre tu pluma y lo que el corazón vaya escribiendo en esas páginas. Te extraño papá, la vida dejó de ser un poco más interesante sin ti. No extraño, eso sí, cuando no llegaste a la cena de Navidad y nos dejaste a todos plantados, para aparecerte hasta el 27 de diciembre, bronceado y descarapelado, pues se te atravesó una escapadita a la playa.
He sido un gran usuario de apps desde que a todos nos cayó esta imprecación del smartphone (¡maldito seas, Steve Jobs!), he usado apps de notas y de tareas para ser más productivo y, claro, moderno. Pero nunca he encontrado mejor sustituto que el papel para exteriorizar lo que realmente sucede en mi alma. Hace mucho encontré la explicación: la mano que sostiene la pluma, esa mano se mueve a nuestro ritmo interno; esa mano escribe, garigolea, traza, dibuja, tacha, rayonea, produce sueños y pesadillas. Y siempre lo hará mejor frente al papel.
Es que la mano, en realidad, no quiere a tu smartphone. Si tu mano hablara te diría “oye amigo, suelta ya ese ladrillo, me hace daño, me horada el meñique y te (nos) pone en riesgo de tenosinovitis estenosante. Anda, suéltalo. Puedes hacer cosas mejores conmigo, como rascarte o masturbarte”. O escribir, yo agregaría, amiga mano.
Porque la mano ama el cuaderno. La mano ama el sonido del bolígrafo rasgando el papel. La mano ama cuando has llenado una página de recuerdos ominosos de ex novias, ex amigos, ex jefes, ex situaciones. La mano miró algo que escribí hace poco…
Diciembre sabe a pies fríos, días grises, tráfico que no para, malas ideas (el fruit cake), buenas ideas (el bacalao), cansancio acumulado, regalos con moños, luces tintineantes, abrazos y brindis, recordar a mi madre preparando los romeritos o extendiendo los buñuelos sobre el comal.
…y me dijo, luego de una larga sesión: “Hey amigo, mira qué lejos has llegado. Estoy realmente cansado de tanto escribir, pero este dolor sí me gusta, es un dolor que viene desde adentro, de acordarnos juntos de la gente que amaste y te amó”.
Esa misma mano que escribió eso hace un año acarició el pelo canoso de mi madre, así es que sabe muy bien de lo que habla…
Escribir sobre los fantasmas de las navidades pasadas, aunque sospecho que esto no le gusta a los budistas, puede ser un ejercicio provechoso para el alma. Te regresa a lugares que pensabas haber superado, te permite verlos con otros ojos y desde otra posición; al asomarnos al pasado, podemos ver con claridad al bufón o el tirano que éramos, o lo bien que nos iba (¡lo populares que éramos, el aguinaldote que nos caía!), o lo mal que la estábamos pasando. Cuando hay honestidad al escribir, hay algo valioso. Vernos desnudos en un cuaderno, por virtud de nuestras propias letras, por nuestra propia mano, siempre es bueno.
Todo cabe en un cuaderno. Hay quien piensa que también en un TikTok, pero difiero. Aunque TikTok tiene la evidente ventaja de lo audiovisual, grabarse en video para una audiencia está lejos de ser un ejercicio de honestidad. En tu cuaderno, en las páginas de tu diario, la audiencia eres tú. Y por mucho que te esfuerces, no te puedes hacer pendejo a ti mismo. Quizá tus seguidores en TikTok creen que todas esas confesiones que haces a cuadro son súper honestas, y la gente que te da like en Instagram piensa que tienes la vida más perfecta, que siempre estás rodeado de la gente más interesante, la comida más suculenta y los viajes más sofisticados. Nah. Eso solo representa cómo queremos que nos vean los otros (se vale), y a lo mejor no se sentiría tan tóxico si no hubiera TANTO de ello en el mundo.
Marco Aurelio, el emperador filósofo de la antigua Roma, escribió entre los años 161 y 180 sus Meditaciones. Ustedes pueden encontrar el libro en Amazon, pero deben saber que Marco Aurelio no concibió sus escritos para ser publicados1 y ni siquiera los juntó en un solo volumen ni les puso un título. Eso sucedió mucho tiempo después. Lo que pasa es que, verán, Marco Aurelio escribía para él mismo. En sus diarios encontraba un refugio que le ayudaba a enfocarse al iniciar su día2 y, en el gran esquema de las cosas, para darle sentido a su vida y ser un mejor hombre.
Hoy sabemos que llevar un diario es muy benéfico para la salud emocional. Por eso, puedes subirte al escenario de las redes sociales y montar tu personaje, nadie te lo va a prohibir. Pero si en verdad quieres encontrarte a ti mismo, mejor escribe un diario.3
Todo cabe en un cuaderno: los planes, las ideas y los sueños que soñamos despiertos. Sus páginas murmuran “esto quiero ser”, “aquí quiero llegar”, “me veo en…”. Para mí, de una mente tranquila emana una agenda tranquila. Mi alma de Capricornio no se siente en paz con aquellos locos que viven al día, que no saben si tienen una reunión o un compromiso, los que no pueden anticipar su semana o su mes porque simplemente no les interesa.
A lo mejor tu agenda vive en Google Calendar, o en Outlook. Tu buzón está lleno y por tu trabajo el WhatsApp no deja de vibrar. Esa es la vida que nos toca vivir.
Con mayor razón, un cuaderno ayuda a desintoxicar tu mente de todo ese abstracto y a la vez invasivo mundo digital. Escribir algo en papel es conjurarlo. Es hacerlo existir. Puede ser la lista del súper. O los lugares a los que quieres viajar este año. Todo cabe en un cuaderno: los detalles banales del día a día o el plan maestro para construir eso con lo que has soñado toda la vida.
Todo cabe en un cuaderno, y un cuaderno cabe siempre en nuestras vidas. Y nos acompañará, siempre, incluso hasta el final.
Memento mori literalmente significa “recuerda que debes morir”. La expresión es un recordatorio de la impermanencia de todo en este mundo y lo preciosas que son nuestras vidas humanas. Portar un reloj en la muñeca es un memento mori que con su tic tac nos recuerda el paso de los minutos y las horas. Un cuaderno donde llevas tu calendario es otro memento mori.
Ver el año desde el calendario es para mí un regalo que establece nuestro lugar en la vuelta que le estamos dando al sol. Pensar en las estaciones nos ayuda a hacer tierra. Los pies en la tierra. Los ojos claros. El corazón lleno.
La semana comienza en lunes y termina en viernes.
El sábado es el día que descansamos.
El domingo es un lunes chiquito, benévolo.
El año empieza en enero. La mitad del invierno coincide con la fiesta de la Candelaria, las primeras señales de la primavera.
En la primavera todo renace.
En verano la vida alcanza su plenitud.
En otoño todo comienza a morir.
El invierno nos invita a dejar atrás el año viejo, a poner a hibernar el alma para regresar con una nueva y mejor piel, renovados.
En uno de los libros más hermosos que se han escrito, el Eclesiastés, leemos:
Hay un tiempo para nacer y tiempo para morir;
tiempo para plantar y tiempo para cosechar;tiempo para matar y tiempo para sanar;
tiempo para destruir y tiempo para construir;tiempo para llorar y tiempo para reír;
tiempo para estar de luto y tiempo para bailar;tiempo para esparcir piedras y tiempo para recogerlas;
tiempo para abrazarse y tiempo para apartarse.
Todo cabe en un cuaderno, incluyendo el tiempo. Es muy bello ver un cuaderno, cuyas páginas en enero estaban limpias y prístinas, doce meses después, sucio y maniobrado, guardando con tinta todo lo dulce y lo amargo que pasó en el año.
2024 comienza en ocho días. Que lo dulce sea muy dulce y lo amargo no tanto, pero recuerden: lo dulce nunca es tan dulce sin lo amargo. Cuando entiendes eso, la vida se siente mejor.4
Aunque sin duda todo lo que Marco Aurelio tenía que decir sobre el estoicismo es de gran interés para el público, eh.
Se sabe que muchos de los escritos de los diarios de Marco Aurelio los hizo en medio de sus extensas campañas militares, por ejemplo, contra tribus germánicas en Eslovaquia.
He llevado diarios digitales también, y mi recomendación sería Stoic, pero aunque es una excelente app, honestamente creo que no hay manera de que las letras escritas en una pantalla reemplacen el poder emocional de trazarlas en papel.
Brian Shelby: “You can do whatever you want with your life, but one day you'll know what love truly is. It’s the sour and the sweet. And I know sour, which allows me to appreciate the sweet”.




Los budistas Trve 🤘 no le sacamos a los fantasmas de las navidades pasadas, ni a la pluma ni al cuaderno, mi Lic. Además, la meditación escrita a la antigüita es una delicia de purificación. Gracias por el texto y feliz navidad!
¡Que buen texto! Coincido contigo, pueden existir chingos de aplicaciones para ser más "productivo" pero no hay como la pluma y el papel.
El bullet journal me ayuda un buen a organizar mi caos de vida.