En busca de películas de media estrella
Secretos para pasarla bomba viendo cine más malo que el cáncer
Hay algo en el cine malo, es decir, en ese cine irremediablemente mediocre, que me atrae, me divierte y, curiosamente, me hace feliz. Tal vez sea por los guiones que no llevan a ninguna parte, los diálogos torpes, los efectos visuales de segunda, las actuaciones forzadas o las situaciones inverosímiles. No lo sé con certeza. Pero me gusta, como me gusta el primer crujido de un Dorito nacho: una satisfacción simple y casi ridícula en el valor nutricional inexistente de una película de media estrella.
Mi novia y yo estamos en el negocio de buscar películas de media estrella. Ella siempre me pareció, en el mundo de mensajes de Instagram en el que vivimos durante años, el tipo de persona que se interesaba por el cine que a mí me agradaba. Ya saben, películas de superhéroes, de horror, series animadas y, como descubrí con el tiempo, comedias románticas (aquí pueden leer algo que escribí en abril sobre mi amor por el género romántico en el cine). Mi novia es el tipo de chica que se prende con la idea de ver algo como Mad Max y no le tiene miedo a ver un clásico del tipo, no sé, Casablanca. Así es que, bueno, soy afortunado. O eso pienso.
Lo otro que pasa es que ambos somos como osos que bien podrían pasar los 365 días del año en hibernación. No nos encantan los gentíos, y poner una película en stream mientras esperas a que llegue tu pedido de Uber Eats es nuestra idea de pasar un buen rato juntos. Somos altamente domésticos, podemos vivir de pants y con cobijas encima. Nuestro trabajo, que hacemos desde casa, facilita las cosas.
Con estos ingredientes en la mezcla, creo que fue algo bastante casual que, una mañana, navegando sin rumbo en la tele, con ganas de ver cualquier cosa, termináramos poniendo una película de horror… pero una de esas que son bien malas.
A diferencia de otros géneros, el horror funciona en casi cualquier situación porque exige muy poca participación activa para disfrutarse; diría que el ánimo de suspender la incredulidad viene por default.
No digo que no haya grandes obras del género, como El bebé de Rosemary o The Texas Chainsaw Massacre, por mencionar algunas que hemos discutido en mi podcast, pero lo cierto es que se produce mucho cine de horror porque es fácil de hacer. Los argumentos en el cine de horror pueden sacarse de un menú no escrito que existe desde hace décadas: historias de zombis, vampiros, posesiones y relatos de no sé si son fantasmas o el protagonista está loco. L Los diálogos tampoco necesitan ser particularmente complejos si se logra una buena atmósfera y suficientes sustos (¡o mucha sangre!). Incluso las necesidades de producción, comparadas con otros géneros como el cine histórico (que llamo “películas de vestidotes”) o la ciencia ficción, pueden resolverse con un simple granero, un personaje de aspecto siniestro y música ominosa de stock.
El horror es perfecto para disfrutar cine malo. Quizá ver una película mala sobre un personaje histórico no se trate de una experiencia tan gratificante porque hay expectativas y porque la aburrición puede alcanzar niveles desesperantes… un momento, justo así es la reciente Napoleón de Ridley Scott.
En fin: aquel día, mi novia y yo pusimos una película de horror: se llamaba The Haunting of La Llorona.1 Resultó ser una reverenda porquería mal hecha y sin ningún sentido, pero no paramos de reír; de hecho, reímos tanto que nos dolió la panza.
Creo que disfrutar de una película tan mala tiene sus virtudes. Se necesita cierto nivel de inteligencia y conocimiento para apreciar lo mal hecho, como una escena terriblemente iluminada o un diálogo forzado. También es un ejercicio de paciencia: algunas películas malas son aburridas (las peores) y otras, simplemente absurdas. El espectador, en este sentido, debe reclinarse con la resignación de un monje, esperando algún tipo de recompensa. 2Y las hay, claro: el otro día vimos una en la que una almohada poseída le rugía a un sacerdote en toda su gloriosa ridiculez de CGI chafa.
También se va afinando el olfato: hay películas malas a propósito (como Velocipastor), películas que quieren ser malas a propósito y no lo logran (como Slotherhouse), películas que son malas pero la gente cree que son buenas (como Terrifier) y, las peores, películas que no son tan buenas pero la gente endiosa a niveles bíblicos (como La Sustancia). Creo que ver cine malo produce, inesperadamente, un criterio.
Finalmente, tienes que apreciar que alguien que no se toma tan en serio una película y está dispuesta a pasar un rato riendo, haciendo bromas sobre situaciones descabelladas y sangre falsa. Eso, para mí, es un tesoro.3
En nuestros perfiles de Letterboxd llevamos la bitácora de todas las películas malas que hemos visto juntos. En mi caso, de las últimas 20 cintas en la lista, doce han sido de menos de 3 estrellas, y de esas doce, siete se han llevado calificación de media estrella.
Y no saben cómo hemos reído. Si tienen un cómplice con el que puedan sentarse a disfrutar el cine malo de horror, háganlo. Y no lo suelten. Es glutamato monosódico para el alma.
Otras cintas del visionario director incluyen títulos como Ouija Nazi y Axe Grinder 4: Souls of Blood.
Lo cual me hace pensar en esa maravilla llamada Mystery Science Theater 3000:
Por supuesto que hay momentos para hablar de cosas interesantes, chingonas y serias, para ver cine top y series apasionantes (también lo hacemos). Mi comentario va más por este lado, lo cual supongo tiene que ver con mi edad y experiencia en la vida: no quieres pasar demasiado tiempo junto a alguien que parece tener un palo metido en el culo y al que le aburre lo bobo o lo absurdo, y se le hace una niñería o cosa de gente tonta. Guácala.