Alicia
Un post dedicado a ese gran amor de mi vida, "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll.
He pasado muchos años enamorado de Aventuras de Alicia en el país de las maravillas, la versión definitiva de Lewis Carroll a su relato Aventuras de Alicia en el subterráneo.
Lo primero que el lector debe saber es que dicho relato, concebido en un viaje en bote que hizo el propio Carroll con las tres hermanitas Liddell (Lorina, Alice y Edith) por los 1860, acabó convirtiéndose en uno de los fundamentos de las artes en el siglo XX. Y no estoy exagerando, de los dadaístas y James Joyce, pasando por los Beatles y American McGee, el libro “infantil” de Carroll es una enorme influencia e inspiración, y todos los grandes de las bellas (y las feas) artes le deben un poco. Parafraseando From Hell, aquella película con Johnny Depp basada en una novela gráfica de Alan Moore: Jack el destripador no dio a luz al siglo XX, sino una chiquilla británica, Alice Liddell. Y también diré que lo geek y lo nerd provienen de aquí, de la retorcida imaginación de un matemático que ideaba situaciones absurdas y las escribía en forma de prosa y verso.
El encanto de los personajes arquetípicos de Alicia en el país de las maravillas, construidos a partir de conocidos de Carroll pero forjados como entre sueños y pesadillas, hacen de la lectura y disfrute del primer libro de Alicia1 una de esas cosas que no podemos exiliar de nuestras vidas.
Grande y pequeño, adentro y afuera, loco y cuerdo, adelante y atrás, naipes y ajedrez. De golpe, los truculentos juegos carrollianos no tienen pies ni cabeza, parecen contradecirse y ser idiotas nomás porque sí. No obstante, cuando se ha pasado suficiente tiempo de un lado y el otro del espejo, las cosas cobran una evidente lógica.
En especial la simetría, que tanto obsesionaba al buen Carroll, la idea de que dos piezas forman nuestra realidad (el ying y el yang, si ustedes gustan) cobra un sentido supremo. Y no importa tanto el orden como que sean una dicotomía. Por eso, a veces abajo es arriba. Y a veces adentro es afuera. Y viceversa. John Lennon lo dijo mejor:
Your outside is in
Your inside is out
The higher you fly
The deeper you go
El juego de ajedrez es la expresión ordenada de esta locura. Un ejército frente a un espejo: eso es una partida de ajedrez. Al final de Alicia a través del espejo nuestra chica despierta con sus dos gatos en brazos. Uno es blanco, otro negro. ¿La mente de Alicia construyó todo o ese mundo maravilloso y aterrador es real? La verdad, a quién le importa.
Nunca fui un gran aficionado de la versión de Disney de 1951, pues mi contacto con Carroll vino en la universidad y en la forma de letras (aún poseo mi edición de Alicia en el país de las maravillas de la colección “Sepan cuántos…” de Porrúa).
Lo cual no quiere decir que no deje de ser alucinante:
¿Qué tan extraña debió ser la imagen de una oruga gigante fumando e interactuando con una niña en 1951? No lo sé, pero quizá aquellos chamacos, y sus papás, debieron ver cosas peores en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hay que mencionar que el libro es una pieza realmente oscura: para ser un libro infantil, es una ojetada. Las ilustraciones de John Tenniel son macabras, las situaciones son perversas... Alicia pasa gran parte del relato soportando a una bola de idiotas burlones entre chistes malos y situaciones estúpidas, sin sentido. Y creo que el filme animado de 1951 le hace honor a este mood rarito.
Hoy hablamos de la expresión “el agujero de conejo”. Suele usarse cuando uno ha hurgado demasiado en un tema en internet y acaba llegando, por clics propios en Google o recomendaciones del algoritmo en TikTok o YouTube, a contenidos bizarros en línea. Decimos “caí en el agujero del conejo” o “a ver a dónde me lleva el agujero del conejo”. Esto se refiere a cuando nuestra querida Alicia emprende su aventura luego de pasar un rato aburrida con su hermana:
Alice was beginning to get very tired of sitting by her sister on the bank, and of having nothing to do: once or twice she had peeped into the book her sister was reading, but it had no pictures or conversations in it.
Es la imagen vívida de un niño o un puberto un adolescente que no sabe qué hacer para entretenerse. Alicia no tenía un smartphone lleno de apps, pero para su fortuna, se encuentra con un conejo humanoide que, entre todas las cosas que podría hacer, tiene prisa:
Suddenly a white rabbit with pink eyes ran close by her.
Lo que sigue es la propia Alicia, en toda su actitud, estableciendo el tono del libro:
There was nothing so very remarkable in that; nor did Alice think it so very much out of the way to hear the Rabbit say to itself, “Oh dear! Oh dear! I shall be too late!”.
Alicia no encuentra nada extraño en la visión de un conejo vestido como persona, que habla y mira neuróticamente a su reloj. El conejo se lanza hacia un agujero y Alicia, sin pensarlo, lo sigue:
And was just in time to see it pop down a large rabbit-hole under the hedge. In another moment down went Alice after it, never once considering how in the world she was to get out again.
Así comienza la aventura. El llamado a un mundo que espejea el nuestro, y que es no es otra cosa que un viaje de autoconocimiento. En The Matrix, Morpheus tiene esto muy claro cuando le dice a Neo:
Hace catorce años, Tim Burton intentó hacer una versión live action de Alicia en el país de las maravillas. Pero, ¿tenía claro que en el fondo esta historia es un viaje de conocimiento?
Un poco sí y un poco no. Primero, Burton apuntó sus cañones a lo obvio: el diseño de personajes, el virtuosismo de su imaginería visual y la cinematografía 3D. El espectáculo de su Alice in Wonderland no fue algo que no hayan visto las audiencias de 2010, pero sí una película visualmente armónica. Los personajes que pululan en los dos libros de Carroll que he mencionado fueron sido hermosamente diseñados: el gato de Chesire, el Jabberwocky (¡cuasiidéntico al de la ilustración de Tenniel!), el lirón, la oruga pacheca...
En el elenco, Anne Hathaway como la Reina Blanca resultó muy cumplidora (fingida y demencial) y Helena Bonham Carter como la Reina de Corazones/Reina Roja (es un mashup) fue algo muy espectacular de ver. No puedo decir lo mismo de la burda incursión de Johnny Depp como el Sombrerero Loco, un personaje más bien circunstancial en el libro (es solo otro de los invitados del maravilloso episodio conocido como “Un té de locos”) que no tiene nada que ver con la obra original sino con las mamadas de los mercadólogos. Porque sin Johhny Depp, seguro pensaron, nadie iba a querer ver esta película.2 Otras tonterías de la película de Burton incluyen una historia desarticulada y armada con pedazos de ambos libros, como el Jabberwocky, monstruo que se menciona en un poema de Alicia a través del espejo y que es transformado en una criatura villana, una especie de Kraken que hay que destruir a toda costa. Una idiotez épica.
Alicia, no obstante, le salió muy bien. A sus tiernos 20 años, la encantadora Mia Wasikowska, con sus ojeras y su piel lechosilla, le imprimió toda la tristeza que necesitaba el personaje de Alicia.
Hablemos un poco de la tristeza de Alicia: mucho se ha hablado de los ojos taciturnos del personaje en las ilustraciones de John Tenniel. Yo lo explico con otra lectura que he tenido del libro: la historia trata de abandonar la infancia para entrar en la vida de los adultos3. Si lo piensan un poco, esa es razón suficiente para entristecerse. En su filme, Burton sustituye esta idea por un símil: aunque su Alicia ya ha cruzado el umbral de la infancia, es huérfana. Por supuesto, hay pocas cosas más tristes que la orfandad, pero también y de alguna forma, los adultos somos huérfanos de nuestra propia infancia. En esta vida tenemos que matar a esa persona que fuimos, a ese niño interno, para seguir adelante.
Nuestra Alicia del cuento original cae por el agujero del conejo y regresa siendo una persona diferente —una mujer. Lo mismo le sucede a Neo: se va y regresa, convertido en un hombre, pero solo cuando está listo para cambiar al mundo. De nuevo, Lennon: the higher you fly, the deeper you go.
Nunca es demasiado tarde para averiguar qué tan profundo es el agujero del conejo, amigos. Viva Lewis Carroll.
Esto es un revamp de un post publicado originalmente el 14 de marzo de 2010
Alicia a través del espejo es la secuela no asumida como tal (aunque lo es), memorable en muchos sentidos pero menos fresca que la primera parte.
No olvidemos que Depp venía de una racha masiva de triunfos con Piratas del Caribe, y eso lo volvía oro puro en la taquilla.
Irónicamente, en las situaciones absurdas del libro, Alicia actúa como la adulta y el resto de los personajes como niños.